Jumilla es la ciudad del vino y aunque la ciudad da nombre a su Denominación de Origen esta comprende siete poblaciones de la comunidad de Murcia y de Albacete. Es una Denominación de Origen grande, con casi 20.000 hectáreas, y 45 bodegas inscritas. Un total de 14 de ellas son visitables en la Ruta del Vino de Jumilla. Se añaden a estas bodegas tres almazaras y siete restaurantes de la zona.
En Jumilla el vino es un motor económico y lo fue más cuando en Francia apareció la filoxera y en esta zona de Murcia se plantaron vides para la exportación al país vecino. Actualmente se exportan dos tercios de la producción. En estos años la calidad y los vinos ecológicos son un objetivo para sus productores y bodegas. La variedad reina de la zona es la Monastrell, que nos aporta vinos equilibrados, estructurados con taninos vivos y persistentes. También nos encontramos garnachas, macabeos, cencibel y variedades de origen francés como cabernet merlot y syrah.
Una buena oferta de visitas y actividades
Además de las bodegas, almazaras y restaurantes, también forma parte de la Ruta del Vino de Jumilla el Museo del vino Hacienda del Carche. Se trata de un lugar para conocer la historia y la cultura del vino de la zona. El museo ofrece además muchas actividades enoturísticas, visitas y deportes por las viñas. También se puede disfrutar del restaurante y de la gastronomía de la zona.
Todas las bodegas ofrecen muchas posibilidades de enoturismo, desde las visitas con cata a otras muchas actividades dependiendo del momento del año en que se visite. Además, la Ruta del Vino de Jumilla organiza eventos a lo largo de todo el año. En los meses de verano se organiza “Música entre vinos” con conciertos y actuaciones en las bodegas de la ruta. A mediados de abril y en las fiestas de agosto de Jumilla se celebran dos miniferias del vino. En ellas las bodegas ofrecen catas y degustaciones de sus mejores productos a precios populares.
Jumilla y su gastronomía
Durante el mes de noviembre la Ruta organiza unas jornadas gastronómicas en las que bodegas y almazaras, junto a los restaurantes y bares, preparan menús, visitas y actividades en torno a la cocina más tradicional de la zona. Es un gran oportunidad para probar el gazpacho jumillano -un plato de origen judío cocinado con trozos de torta de harina de trigo sin fermentar, variedad de carne de caza, liebre, perdiz, conejo, etc. y caracoles-, así como las empanadas de patata y el queso de cabra frito. No podemos finalizar sin mencionar sus magníficos dulces como son los sequillos, las pirusas y las cristóbalas, otro placer gastronómico de Jumilla.