Como atractivos turísticos que son, las bodegas españolas aúnan entre viñas e instalaciones un conjunto arquitectónico y cultural digno de contemplar durante una visita. Pero, como ocurre también con los restaurantes, por ejemplo, hay familias que se esfuerzan más por ofrecerte una imagen para no quitar ojo ni del campo ni de los edificios adjuntos a él. Allí donde se elaboran los mejores caldos que luego degustas en boca y hueles en nariz para exprimir al máximo tus sentidos gastronómicos. Por toda España existe gran cantidad de estos entornos bodegueros, pero aquí nos vamos a centrar en aquellos que son más bellos a la vista.
Nueve destinos enoturísticos para enamorarte
De norte a sur, comenzamos por una de las regiones vinícolas más prestigiosas de nuestro país: La Rioja. En el barrio histórico de la Estación de Haro se encuentra la bodega López de Heredia Viña Tondonia. Tradicional donde las haya, por su arquitectura no ha pasado la innovación, sino que mantiene su esencia más auténtica con las construcciones del pasado que la vieron crecer hasta hacerse un nombre. Las barricas viejas y los tinos de roble son protagonistas, aunque destaca su taller de tonelería. De vanguardia sí que es el laberinto que atraviesa sus históricos edificios durante la visita.
No muy lejos, en Sant Sadurní d’Anoia (Barcelona) se ubica una bodega histórica que fue modernizada en 1895 para convertirse en todo un templo impresionante de la elaboración y crianza del cava catalán. Arcos, bóvedas de ladrillo y ventanales se observan en Codorníu, en la comarca del Penedès.
Pazo de Señorans y Abadía da Cova
A ese destino enoturístico para enamorarte le sumamos otro en la parte del noroeste peninsular, porque el vino gallego es otra gran representante del sector vinícola. Ahí donde Pazo de Señorans ocupa un papel destacado como reflejo perfecto de las casas solariegas gallegas del siglo XVI, edificadas entre las viñas. Una bodega mítica y bella de las Rías Baixas.
Sin salir de Galicia, debemos incluir aquí otra familia pero de la Ribeira Sacra por su exclusivo y original paisaje jalonado de bancales donde están cultivadas las cepas. Se practica allí una viticultura heroica que lleva a la máxima expresión la bodega Adegas Moure o Abadía da Cova. Sus instalaciones sirven como mirador espectacular hacia el meandro del río Miño a su paso por O Saviñao. Este punto se le conoce como O Cabo do Mundo.
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Marqués de Riscal, mágica construcción
Nuestra siguiente parada es la Ciudad del Vino de Marqués de Riscal, en Elciego (Álava). Un entorno singular, único, tradicional y moderno a la vez, muy moderno. Una mágica construcción recubierta por titanio y decorada con colores representativos de la bodega te ofrecen una imagen celestial. El sol se refleja en su estructura y la estampa es fascinante. Aunque este lugar tiene otras instalaciones más que te animamos a visitar.
Igual que te invitamos a acudir a la localidad vallisoletana de Peñafiel (Valladolid) para descubrir a las Bodegas Protos. A los pies del castillo del que toma su nombre, se encuentra un edificio vanguardista que se conecta con la montaña. Más cerca que lejos de allí, en la conocida como milla de oro de Ribera del Duero, otro proyecto singular ha convertido un convento del siglo XII en una bodega de ensueño. Hotel, spa vinícola y dos restaurantes alberga una finca en la que otras actividades al aire libre atraen a muchos turistas. ¿Quieres ser también uno de ellos? Entonces visita Abadía Retuerta.
Bodegas Tío Pepe, un clásico
No obstante, siempre puedes optar por destinos enoturísticos más famosos y que aúpan al municipio que los acoge hacia la cima del turismo nacional. Sí, te hablamos de las bodegas Tío Pepe de Jerez de la Frontera (Cádiz). Referentes de la tradición vinícola del siglo XIX, los patios típicos andaluces y las calles emparradas te permiten conocer espacios mágicos. Como, por ejemplo, el de Los Ciegos. El resto te dejamos que lo descubras tú.
Aunque vamos a finalizar este listado en territorio isleño y no peninsular. Viajamos hasta La Geria (Lanzarote) para abrirte los ojos porque lo que allí hay es para frotarse. Un enclave vinícola increíble, con viñedos plantados en hoyos, excavados en arenas y rodeados por cenizas volcánicas, con los monstruos de fuego al fondo, en el Parque Nacional de Timanfaya. Un paisaje de lo más especial que contrasta entre el negro y el blanco del edificio bodeguero.