La isla portuguesa tiene en el vino de Madeira uno de sus principales atractivos. Impensable no probarlo en tu visita a un destino turístico de escándalo. Una bebida única, exclusiva del territorio isleño porque este le aporta un tipo de uva, un clima y un suelo volcánico inigualable. De las pequeñas parcelas denominadas como poios nace, junto a las montañas o el mar, un caldo cuya guarda se da en posición vertical. Luego, tiene una larguísima vida útil. ¿Quieres conocer algunas curiosidades más sobre él?
De isla a isla, el vino de Madeira
El origen del vino de Madeira se remonta a 1419, cuando recaló en el archipiélago de la mano de los portugueses que lo vieron como un importante producto para sacarle rédito económico. Un clima ideal en la isla se perfilaba para la elaboración del caldo cuyas primeras cepas para su cultivo, no obstante, procedían de Grecia. Concretamente de otra isla, la de Creta. Fue más tarde cuando se introdujeron las variedades principales de la actualidad.
Siguiendo su recorrido histórico, este estuvo muy contextualizado por la importancia que fue ganando la isla lusa. Gracias al desarrollo del comercio y al descubrimiento del Golfo de Guinea, así como de India y Brasil después, la relevancia estratégica de Madeira se elevó. En los largos trayectos entre el archipiélago portugués y Asia, su vino se convirtió en un producto básico que nunca faltaba.
Más tarde, con la llegada de comerciantes ingleses, al final el vino de Madeira se comenzó a exportar a las Islas Británicas. Y ahí fue cuando llegó al conocimiento de todo un referente inglés como William Shakespeare. En su obra Enrique IV aparece reflejado, igual que en el brindis de la Declaración de Independencia de Estados Unidos en 1776. Por tanto, se deduce que también era el caldo favorito de Thomas Jefferson.
Sin embargo, su gran fama y éxito fuera de las fronteras portuguesas sufrió un retroceso por varias enfermedades que afectaron a las vides. Después, la filoxera de 1872 igualmente mermó su prestigio, no recuperado de nuevo hasta el siglo XX. Ahora, para elaborarlo se utiliza un abanico importante de variedades vinícolas: tinta negra mole sercial, boal, verdejo y malvasía. Esas son las más comunes, aunque también existen otros vinos con diferentes grados de dulzura.
Visita la isla y degusta el vino de Madeira en bodegas o restaurantes que te lo ofrecen con otros acompañamientos gastronómicos típicos de la cocina de Portugal. Además, si viajas en septiembre, puedes vivir el festival que homenajea a una bebida madeirense sin parangón.