Escribe: Mónica Uriel. Periodista

Esta temporada, y este año en especial, es el mejor momento para visitar Canarias. En este paseo por las islas nos centramos en Tenerife, un continente en miniatura. Un lugar donde hay mucho más que sol y playa. Podemos hacer senderismo por un monte laurisilva, reliquia de la era terciaria, visitar una bodega submarina, experimentar una cata de vinos erótica, degustar los platos típicos en un guachinche, o pasear por La Laguna, ciudad Patrimonio de la Humanidad. Todo ello con una temperatura de cerca de 20 grados.

Inmensa diversidad

En seis kilómetros se pasa de ver cactus a estar rodeados de helechos debido a los vientos. Son los aliseos, responsables de la formación de laurisilva, que cubrió la totalidad de Europa y una gran parte de África hasta hace 30 millones de años, cuando las glaciaciones acabaron con él. Hoy en día solo se encuentra en Gran Canaria, La Gomera, La Palma, Madeira y en el nordeste de Tenerife, en el Parque Rural de Anaga. Pasear por aquí, entre troncos retorcidos y llenos de musgo, es hacer un viaje en el tiempo. Bajo un mar de nubes, en este túnel vegetal al visitante le cae además la lluvia horizontal, la humedad que desprende la vegetación. Es el lugar de Europa con mayor diversidad al contar con 25 plantas diferentes y más de 300 tipos de insectos.

viñedos Canarias

Tierras de viñedos / Fotografía: Luz Sosa

Enoturismo en Canarias

Otro elemento antiguo que hay en Canarias son las viñas, pues aquí no llegó la filoxera, así que nos las podemos encontrar de hasta 300 años. Como en Bodegas Monje, en El Sauzal, perteneciente a la Denominación de Origen Tacoronte-Acentejo, la más importante de las cinco regiones vinícolas de Tenerife. A 600 metros del nivel del mar, en un suelo volcánico y clima subtropical, las laderas inclinadas -con un desnivel de 100 metros en un kilómetro y medio- hacen que las viñas den distintos tipos de uva. Esta bodega cultiva uvas de las variedades Listán Negro, Listán Blanco, Negramoll, Tintilla, Vijariego negra y Marmajuego.

Fundada en 1956 por Miguel Monje, quien recuperó un viejo viñedo, la bodega utiliza los antiguos toneles de roble para fermentar el tinto tradicional. En total produce 150.000 botellas al año. Los más vendidos son el Monje tradicional y el Hollera.

bodegas

Interior con barricas / Fotografía: Bodegas Monje

Además de ser la bodega más antigua que embotella de Tenerife lleva 27 años haciendo enoturismo, con experiencias originales como un pic-nic entre viñedos, clases de mojo picón, la salsa por excelencia de Canarias, o una visita a una bodega submarina con cata. La filosofía del propietario, Felipe Monje, es “acercar el vino al consumidor a través de lo que a éste le gusta”. Basándose en ella creó la experiencia “Wine and Sex”, una forma original y divertida de disfrutar del vino con arte escénico y erotismo que se realiza cada tres meses. “No deja de ser una cata, surrealista, pero una cata”, dice el dueño a Catatur.

Sin salir de El Sauzal, el visitante podrá conocer la historia de los vinos de la isla en la Casa del Vino de Tenerife, que además tiene una Casa de la Miel, que nos acerca a este producto.

Enoturismo entre viñedos / Fotografía: Luz Sosa

Entre los pequeños productores de vino surgieron los guachinches, típicos de Tenerife. En ellos originariamente se bebía vino desde el 30 de noviembre, San Andrés, hasta que en marzo se acababa el vino. Empezaron para consumo personal, y después una parte del vino que producían la empezaron a vender -se puede ir con una botella para que la rellenen-, y comenzaron a dar de comer (unas tapas, papas…). Actualmente se han convertido en restaurantes con comida popular donde degustar platos típicos como conejo, escaldón, garbanzas con costillas, papas con mojo o carne fiesta (cerdo adobado).

Ocio y cultura

No muy lejos de El Sauzal se encuentra el Puerto de la Cruz, con su lago-piscina creado por César Manrique. Y allí también está el Loroparque, que comenzó siendo un parque de loros cuando abrió en 1972, y hoy ya alberga, además de 350 especies de esta ave, más de 500 especies de animales. Se ha convertido además en el pingüinario mayor del mundo, con 250 pingüinos.

Continuando por la costa hacia Garachico, las plataneras llenan el paisaje. Aquí se aprende que las plataneras son clones de la misma planta: se planta un plantón, a los 20 meses se corta la piña-plátano y después se corta la planta, porque solo da una vez. Pero en ese momento ya se tiene al lado un hijo, que a los 12 meses ya tiene otra piña. Al final, es toda la misma planta.

plátanos

Plátanos de Canarias / Fotografía: Luz Sosa

Garachico tenía un puerto natural que se aprovechó para exportar caña de azúcar, vino Malvasía y seda. Fue el principal puerto de Tenerife hasta el siglo XVIII. Era junto a La Laguna la principal ciudad de Tenerife y llegó a tener cinco conventos, de los que queda una iglesia, la de Santa Ana. Del puerto, sepultado bajo la lava y que renació gracias al ímpetu de sus habitantes, queda la puerta en la que se puede leer: “Garachico, glorioso en la adversidad”. Pero, además, la lava creó unas originales piscinas naturales en el mar.

De la cercana Buenavista del Norte sale una ruta de 5 kilómetros muy agradable, con laurisilva, vistas al Atlántico y a los volcanes de Teno. También se podrán observar de cerca plataneras. Y además, en las rocas se ven los huecos que fueron utilizados para las salinas artesanales de La Tablada. Éstas eran trabajadas tradicionalmente por las mujeres y se heredaban de madres a hijas. El “oro blanco” de Canarias, la sal, se diferencia de la de otros lugares por ser más pura e intensa y de color más azulado. En Canarias llegó a haber hasta 56 salinas.

Sal de Canarias recolectándose / Fotografía: Luz Sosa

Magníficos paseos y senderos

A media hora por el interior de Buenavista del Norte se encuentra el sendero más popular en Tenerife, el del Barranco de Masca, que llega hasta la costa. En Masca, un pueblo alejado de toda civilización, nos encontramos a artesanas que hacen sombreros de hoja de palma, muy frescos y duraderos. Flora Hernández lleva 30 años haciéndolos: tarda una hora y media en cada sombrero, que lleva cinco metros de hoja de palma.

Sombreros / Fotografía: Luz Sosa

Para contemplar civilización lo mejor es pasear por San Cristóbal de La Laguna, llamada así porque se fundó el día de San Cristóbal y debajo de ella había una laguna. Fue la primera ciudad española sin estar fortificada, “la primera ciudad de paz de la edad moderna”, en palabras del historiador Néstor Verona. Constituyó el laboratorio de la fundación de nuevas ciudades latinoamericanas como La Habana (Cuba), Cartagena de Indias (Colombia) o Antigua (Guatemala).

Es un ejemplo de una ciudad utópica del Renacimiento, con un trazado de calles rectas, y proporción entre edificios y plazas. En el paseo se pueden observar los balcones típicos canarios de madera para almacenar el grano y las casas de la calle San Agustín, considerada una de las más bonitas de España.

En conclusión, todas estas maravillas tan variadas te ofrece Tenerife para que disfrutes de un destino ideal en estos tiempos.

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