El limoncello, probablemente la bebida italiana más conocida fuera de las fronteras de Italia, es originaria de las zonas del sur y en concreto de la región de Campania, del golfo de Nápoles y de su costa Sorrentina. Las localidades de Sorrento, Amalfi, Massa Lubrense, Vico Equense y Capri son las zonas productoras de este licor, donde se cultiva en forma de terrazas frente a la costa en un clima suave típico del Mediterráneo.
Aunque dicha zona en principio no es un lugar ideal para el cultivo de limones, el hacerlo en terrazas al resguardo de los aires más fríos, las tierras arcillosas y el mimo de los agricultores de la zona hacen posible las cosechas casi continuas, ya que se consiguen cuatro al año de esta variedad de limones algo más ovalada y de piel gruesa que facilita la elaboración de esta excelente bebida.
Estos limones que han conseguido la IGP (Indicación geográfica protegida) en el 2000 son más dulces que la mayoría de variedades y también se pueden comer por su dulzura. La presencia espontánea de limones en la Península Sorrentina data del siglo XVI, mientras que los primeros cultivos habrían sido obra de los padres jesuitas en el siglo XVII.
La zona de la Campania ofrece, además del limoncello, multitud de atractivos
La zona del limoncello es de una gran belleza durante todas las épocas del año. Se pueden observar casi todos los cultivos del Mediterráneo como son la vid, los naranjos y la huerta.
De obligada visita es Sorrento, una ciudad amurallada donde nos encontramos el Sedile Dominova. Es una antigua logia del siglo XV de los nobles de Sorrento y el Museo Correale. También la catedral y la Basílica de San Antonio son de una belleza singular. Aquí es omnipresente el perfume de limón, que además aparece dibujado en todo tipo de cerámica.
El auge del consumo de este magnífico licor ha llevado a elaborarlo a 400 productores. Prosperan fabricas artesanales, algunas de las cuales admiten visitas para que podamos conocer el proceso de cultivo y su elaboración.
Las podemos encontrar en Catatur Italia, como es el caso del Liquorificio Carlo Mansi, en la localidad de Minori. Es el primero de la costa amalfitana que comenzó a elaborar limoncello en una fábrica, en 1990. Hasta entonces solo se hacía en casa. Carlo Mansi realiza todo el proceso de elaboración del limoncello de forma manual.
Así nos lo cuenta
“Incluso pelar los limones, que casi nadie lo hace a mano. También lo filtramos a mano. Se hace igual que en casa”, cuenta Mansi a Grandes Productos. Pero, además, Mansi hace una cosa única: “Utilizamos los limones cuando todavía están verdes. Cuestan el doble pero son mucho más perfumados”.
Mansi continuó con la tradición del limoncello que había comenzado su padre en 1934. En 1991 creó la crema de limón y actualmente tiene una decena de productos, entre ellos la Cicarenella, el segundo más vendido por detrás del limoncello. Está conseguido a base de anis y naranja, junto a tantos otros aromas naturales que responden a la receta secreta de una mujer, Carmela D’Amato, que le entrega los ingredientes para su elaboración.
Modo de elaboración
El limoncello se elabora macerando en alcohol alimentario la piel del limón. Pero solo la parte externa y amarilla, evitando macerar la parte blanca. Este proceso durará alrededor de dos semanas sin estar expuesto a la luz. Así pues, no se incorpora zumo de limón sino solo la piel del limón.
Una vez completada la maceración, se realiza un almíbar con agua y azúcar que se mezclará con el alcohol previamente macerado. El líquido resultante será el limoncello. Variarán las recetas dependiendo de los días, la concentración de la maceración y de la cantidad de azúcar. Estos son, pues, los secretos de cada una de las marcas y fábricas de limoncello.
La conservación ha de ser a menos de veinte grados centígrados y se puede servir como final de una comida. Suele ofrecerse gratuitamente en algunos restaurantes de la zona al final de las comidas, aunque también bebido con moderación (ya que tiene 30ºC) se puede tomar en otros momentos y acompañando a postres y aperitivos.